Miguel Lacayo: Gobernar sin excusas

Gobernar con un lenguaje ambiguo, engañoso y confrontativo divide. Saber escuchar es favorable para dirigir el rumbo de una nación.

A falta de sólidos argumentos sobre el rumbo que lleva el país, el Presidente mueve todo su aparato publicitario para ataca a los críticos en lugar de responder a las lógicas y necesarias críticas.

Debe recordarse que la silla que hoy ocupa el Ejecutivo es una responsabilidad de nación y el pueblo decidió poner la confianza en el gobernante, por lo tanto, tiene la obligación de liderar con transparencia, sobre todo, apegándose a su discurso de combatir la corrupción, venga de donde venga.

Pensar que las encuestas le dan el poder absoluto para hacer de lado la Constitución, es un grave error. Si bien, su administración tiene un porcentaje aceptable, no significa que todo vaya “bien”, siempre hay puntos donde se debe mejorar y superar a su antecesor.

Sin embargo, con su característico ambiguo lenguaje, se intenta tapar el sol con un dedo o crear cortinas de humo, incluso aladear con obras que dejó avanzada el gobierno anterior, es vergonzoso.

Construir es muy distinto a rehabilitar. Carretera es distinto a camino rural, pero el gobierno mezcla obras de muy distinta magnitud e importancia, ya sea por desconocimiento o malicia.

Su discurso es muy parecido al de Mauricio Funes, quien habla de la “mayor inversión social de la historia” pero fácilmente confundió el concepto de gasto con inversión.

A diferencia del exiliado Funes, este gobierno ha superado el gastado público. Mejor ejemplo daría el Presidente si respetase su propio discurso ya que el mismo dijo que gobernaría para el pueblo y en transparencia.

Ser cuestionado por los gastos que, no es del agrado del mandatario y en lugar de refutar las críticas, debería enfocarse trabajar para sacar el hoyo fiscal al país. Adquirir más deudas es catastrófico para El Salvador y cualquier otra nación que tiene una economía fracturada y mucho más con los efectos de la pandemia.

Mentir deliberadamente y acusar al sector productivo, quien es realmente el que mueve la economía y genera empleos, profundiza la crisis. Sería más productivo buscar soluciones integrales.

Bien haría el Ejecutivo en reducir la confrontación. Hay tiempo suficiente para encarrilar el rumbo de país, pero sin excusas.